Ai Weiwei – Inoculación al PROA

Ai Weiwei Forever Bicycles
La monumental instalación del artista chino Ai Weiwei ubicada al ingreso de la Fundación PROA irrumpe en el barrio de la Boca, el corazón bohemio de Buenos Aires. Las 1254 bicicletas dispuestas en una estructura externa al edificio y tan alta como éste, ofrecen a la mirada un marco inusual. De hecho a través de las aberturas formadas por la disposición de los rodados, las grúas del viejo puerto parecen asumir una estética diferente. La muestra reúne además de otras instalaciones, objetos, fotografías y videos en una disquisición constante entre lo moderno y lo tradicional. El espacio expositivo lo abarca todo, la vereda externa de la Fundación, el bar, la librería. Inoculación es el nombre elegido para la primera exhibición de Ai Weiwei en la Argentina y América Latina. La propuesta del curador Marcello Dantas, invita a profundizar lo que se vislumbra en la muestra. En relación a ello el término inocular, para la medicina, hace referencia a la transmisión voluntaria en el organismo de agentes patógenos o toxinas con fines terapéuticos o experimentales. De hecho para Weiwei el arte debe ser el antídoto contra la indiferencia y el extravío de lo humano. Por otra parte la palabra proviene del latín y significa “en tus ojos”. Inoculación de lo nuevo en lo viejo, de lo moderno en lo antiguo o al revés. Una cuestión muy presente en la cultura china.

Andy Warhol y Marcel Dunchamp. Sus predecesores

En la producción de Weiwei se pueden conjeturar posibles influencias en relación a otros dos grandes del arte: Andy Warhol y Marcel Dunchamp, ambos revolucionarios en su época. Dunchamp, muy admirado por Weiwei, es considerado el iniciador del arte conceptual, quien elevó el objeto de uso cotidiano a la categoría de obra de arte. Precisamente, desde el instante mismo en que el artista opta por un determinado objeto y lo coloca en un contexto diverso de aquel para el cual fue creado, lo convierte en obra de arte.  Asimismo, la idea prevalece sobre los aspectos formales o sensibles de la obra donde la especulación intelectual es el agalma que la recubre. El valor adjunto otorgado por el artista consiste en la individuación casual del objeto. En 1920 Dunchamp presentó Rueda de bicicleta convirtiéndose en el ícono del ready-made. Andy Warhol por su parte afirmó que los productos masivos son la encarnación de la democracia social y deben ser reconocidos como tales. Consecuentemente la noción de “democratización del arte” inspiró el uso del objeto-producto de masa como eje central de su obra. Su labor artística sería consumida como cualquier otro producto comercial. La imagen repetida en serie, vaciada de sentido, subrayaba aún más este concepto. Según expresó Warhol cuando presentó su obra Coca-Cola en 1961: “Hasta el más pobre puede beber una lata de Coca-Cola”, es decir, puede consumir arte.

Tendencias en el siglo XXI

La tendencia del arte en el siglo XXI  se caracteriza por el uso de una gran cantidad de materiales ofrecidos por la modernidad: objetos, imágenes en todas sus formas, reproducciones de tipo mecánica o técnica, sonidos y otras invenciones. De esta forma la acción creadora amplía su abanico de posibilidades. ¿Entonces, cual es la esencia que la sustenta? Como en otras épocas surge la pregunta sobre aquello que puede ser considerado arte. Si se piensa a la realización artística como un lenguaje universal, toda producción contemporánea podría entenderse como arte, desplegándose junto al ser humano, acompañándolo en su perpetuo movimiento. Sin embargo la cuestión continúa siendo: ¿Qué o quién aquilata una determinada creación como forma de arte? Las argumentaciones son numerosas e incluyen la eventual capacidad de comunicación de la obra, la caracterización de los puntos de vista del autor o la reinterpretación de una herencia cultural precedente. Caminos interpretativos que van desde la elaboración críptica donde se hace caso omiso del que mira, hasta la búsqueda explícita de una reacción en el público, algo que impacte emocionalmente o desconcierte los sentidos. Con el actual abanico de posibilidades, en una época indiscutiblemente pluri-facética, resulta difícil dilucidar desde qué lugar podría llegar una corriente suficientemente representativa que logre ser considerada un cambio de rumbo concreto respecto a lo anterior. La realidad muestra una situación de transformación desde todos los aspectos de la sociedad, tanto en el plano teórico como en el práctico. Actualmente los cambios de paradigma sociales o la necesidad de que ello ocurra podrían ser esa punta de lanza.

Weiwei, arte, historia y Derechos Humanos

Weiwei, como Dunchamp, hace un uso artístico del objeto cotidiano pero a diferencia de éste, lejos de realizar una elección casual, basa su trabajo en el estudio y la investigación orientado por lo indiscernible del arte y la política. Su enfoque se refleja en los temas elegidos y  en la visibilizaciόn del lugar del más débil. El activismo de Weiwei radica manifiestamente en su historia. Su padre, el artista Ai Quing, fue considerado enemigo del Estado por oponerse al partido Nacionalista y condenado a trabajos forzados. En prisión se hizo poeta. La desaprobación social y el hambre sufridas en la niñez de Weiwei, lejos de disuadirlo, sellaron su destino. Vio en el arte aquello que salvaba a su padre, de hecho era algo que el otro no lograba arrebatarle. El arte como arma en la obra de Weiwei denuncia problemas sociales e inconsistencias políticas haciendo presente además, las vicisitudes de la cultura china que se devana entre un profundo sentido de la tradición en contraste a la velocidad seductora de la modernidad. Al igual que Warhol, se inclina hacia una masificación de la obra de arte para ser consumida por todos, pero en la repetición de la serie, lejos del vaciamiento de sentido, encuentra la particularidad de lo humano. Asimismo la obra del artista parece centrarse en cuestiones referidas al cambio y a lo que permanece, conjuntamente a dimensiones de la vida cotidiana “capaces de durar para siempre”. En su propuesta se vislumbra lo que perdura de la subjetividad en un mundo hiper-tecnológico y socialmente convulsionado. Un trabajo sobre lo particular que persevera en la serie o el número: historias de seres detrás de la injusticia y las catástrofes, de la producción y la hegemonizaciόn.

Algunas de sus obras

La lista de los chicos del terremoto del Sichuan (2008). La instalación, expuesta por primera vez en la capital de Sichuan, denuncia las falencias en la construcción de un campus escolar que derivó en muertes evitables. La falta de transparencia en el número total de víctimas condujo al artista a efectuar una búsqueda testimonial. La instalación fue realizada únicamente con las listas de los nombres de los niños fallecidos. De este modo confirió entidad a la cifra. Consecuentemente el artista fue brutalmente golpeado. Semillas de girasol (2010). La instalación fue realizada con cien millones de semillas de girasol de porcelana pintadas a mano por artesanos según métodos tradicionales de la antigua ciudad de Jingdezhen. No hay dos iguales. Las semillas de girasol, alimento de millones de jóvenes chinos, fueron compartidas por Weiwei con sus pares en tiempos de escasez extrema. Un gesto de amistad y compasión humana. Por siempre bicicletas (2003- 2017-18). El primer trabajo de la serie se presentó en el Art Gallery of New South Wales Australia. Consistía en cuarenta y dos bicicletas marca Forever desmontadas y ensambladas nuevamente en una estructura de enclavamiento circular. La marca de bicicletas Forever se producía en Shanghai en la década del ‘40. Actualmente la propuesta de la instalación consta de 1254 bicicletas y es la que se expone en la Fundación PROA.

Breve nota sobre la bicicleta

En la China revolucionaria de 1950, con una sociedad fuertemente controlada y reglamentada, la bicicleta era una de las tres posesiones obligatorias de cada ciudadano junto con una máquina de coser y un reloj. En épocas de Mao se la consideraba un derecho y un símbolo del sistema social igualitario. En los ‘90 su uso fue desestimado a favor del automóvil considerado objeto de status en contraposición a las bicicletas, asociadas a la pobreza. En el 2000 la historia cambia nuevamente debido a la altísima polución, alentándose su uso. Para la sociedad china la bicicleta pareciera ser lo que resiste al tiempo más allá de los paradigmas. En resumen, lo apasionante del arte de Ai Weiwei es la resultante de la coalescencia entre ética y estética en un arte preocupado por la humanidad. A través de la revisión histórica localiza el sujeto humano en la serie en un intento de sacudir la conciencia individual sobre los problemas que atañen a la sociedad.  
  • Autor: Lic. Rosana Alvarez Mullner
Artículo publicado en la revista digital y en el libro de Diseño y Comunicación de la Universidad de Palermo UP.https://fido.palermo.edu/servicios_dyc/publicacionesdc/vista/detalle_articulo.php?id_articulo=16024&id_libro=744 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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