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El “eso es” de la fotografía

La función del marco –entiéndase como ventana- que traté de definir en la estructura del fantasma, no es una metáfora (Lacan).

Barthes afirma que la fotografía no es una metáfora y utiliza el ejemplo de René Magritte para ejemplificarlo, cuando titula una de sus pinturas Ceci n'est pas une pipe: «Esto no es una pipa». De hecho en la pintura, representación e imagen se juegan en modo diferente respecto a la mirada del espectador. Para el escritor y semiólogo, aquello que muestra una fotografía "eso es”. Agrega que la imagen fotográfica no llega a conformarse como signo porque el referente mismo está unido a ella “como en un coito eterno”. Es lo indisoluble de lo representado, es decir, la presencia del referente como existencia. En relación al marco, el recorte indica no tanto que lo representado está allí sino también, que ya no puede salirse. Únicamente el punctum podría llevarnos hacia un “más allá del marco”, pero es un más allá que difícilmente pueda ponerse en palabras. No todas las fotografías contienen ese punctum indescifrable, que hiere. La foto es literalmente una emanación del referente, de un cuerpo real que estaba allí y del que han partido radiaciones que vienen a tocarme, a mí que estoy aquí.[1] En el acto fotográfico el núcleo del dispositivo es la huella lumínica dejada por un cuerpo, un rostro, un objeto. En fotografía no se puede dudar que eso representado no haya existido. Su huella lo certifica. 

[1] Barthes, La cámara lúcida.