Algunas notas sobre la evolución del concepto de psicosis en el campo de la psiquiatría: el saber psiquiátrico. Semiología psiquiátrica
Texto formalizado para la Cátedra de Clínica de las Psicosis de la Scuola di Psicoterapia Psicoanalitica di Chieti, Italia.Escuela alemana: Kraepelin y Bleuler
El término psicosis fue introducido en 1845 por Ernst von Feuchtersleben, rector de la Universidad de Viena. La palabra se usó para distinguir los trastornos que se consideraban desórdenes de la mente en oposición al de neurosis, pensado para indicar los disturbios del sistema nervioso. De este modo la psicosis se convirtió en el equivalente de la vieja noción de locura, lo cual llevó a discutir sobre si había una o varias formas de la nueva enfermedad. El concepto de psicosis indica una cierta organización de la subjetividad en la que Freud veía una modalidad específica de pérdida de la realidad con regresión de la libido en el yo y la eventual constitución de un delirio como intento de curación. Para Lacan el mecanismo constitutivo de las psicosis es la forclusión del Nombre del Padre. Aunque no exista una definición propiamente psicoanalítica, es mérito del psicoanálisis haberse esforzado en la elaboración de sus propias teorías para arrojar luz sobre los mecanismos psíquicos que conducen a las psicosis y diferenciarlas del campo de las neurosis. Freud ha sido el pionero indiscutible e ineludible de los avances teóricos psicoanalíticos en lo que respecta a las psicosis, interrogando la teoría de la subjetividad de su tiempo. Si bien crea una forma sin precedentes para pensar lo psíquico, construye una nosografía que utiliza la terminología psiquiátrica clásica. Sus observaciones se basan en una metapsicología, siendo parte de la originalidad freudiana, de manera tal que sus estudios describen la construcción y el funcionamiento de los procesos psíquicos y de los diferentes aspectos de su dinámica a través del uso de conceptos simbólicos y metafóricos, la mayor parte de las veces tomados del mundo de la física. Por otra parte el modelo teórico se constituye a partir del trabajo clínico con pacientes o como producto de la observación directa y fue desarrollado ampliamente por Freud debido a la necesidad de erigir una estructura teórica consistente para el psicoanálisis. Freud fue seguido en ulteriores desarrollos por distintos pensadores, entre los cuales se encuentran Lacan, Klein y Winnicott. Si comparamos su teoría con la nosografía de la época, Freud, como Kraepelin, vislumbró un vínculo entre la paranoia y la catatonía pero no aceptó la suposición de una organogénesis del fenómeno sino que trató de explicarlas a partir de sus propias hipótesis, destacando la base sexual de las psicosis y proporcionando una llave, con la teoría de la libido, para leer los diferentes tipos de delirio. El más famoso fue el estudio sobre las Memorias de un enfermo de nervios publicado en 1903 por el Presidente de la Corte Suprema de Dresde, el Doctor en Derecho Daniel Paul Schreber.Las conceptualizaciones diagnósticas en psiquiatría
Desde el punto de vista psiquiátrico existen dos líneas fundamentales de diagnóstico que pueden caracterizarse, a grandes rasgos, como fenoménico-descriptiva y clínico-nosográfica. Son conceptualizaciones diversas entre sí aunque, como suele ser en este campo, los confines no son tan claros. En los extremos las posiciones resultan diferenciadas en forma nítida, pero en el medio existe una línea continua en la que no sólo se ubican los diversos autores, sino también las propuestas que cada uno intenta articular. Nos basaremos en los Tratados de Psiquiatría de Kraepelin y Bleuler, fundamentales desde todo aspecto.A) La conceptualización clínico – nosográfica
La estructura del libro de Kraepelin es interesante en sí misma, puesto que por primera vez se agrupan las enfermedades que conocemos según criterios bastante similares a los que utilizamos, además de formular la noción de demencia precoz. Se trata de la unidad nosográfica por la cual Bleuler introducirá en 1911 el término de esquizofrenia, utilizado actualmente. Entonces, ¿qué delimita la conceptualización clínico-nosográfica? En su Tratado de Psiquiatría Kraepelin examina las posibles causas de la locura. En alemán: Die Ursachen des Irreseins. Ursache se traduce generalmente como “causa”, pero se trata de un concepto más complejo ya que el prefijo Ur indica algo originario, lejano, basilar, algo que está a la base de otra cosa. Sachen significa simplemente “cosas”, entonces se trata de las cosas fundamentales de las locuras. Irrestein es locura, falta de sentido y tiene que ver con el error de juicio. Por consiguiente Kraepelin parte de las cosas esenciales, de las razones fundamentales del error de sentido en el cual consisten las locuras. Utiliza el término en plural para indicar que existen varios tipos y enumera sus causas fundamentales.Kraepelin y las causas de las locuras
Para Kraepelin lo central es la conexión entre una forma de enajenación y su causa fundamental. De consecuencia no existe la posibilidad de hablar de un tipo de locura a menos que se la sitúe primeramente en relación a sus Ur-sachen, a las causas fundamentales que fundan ese estado psicológico. Posteriormente el autor las diferencia en causas externas e internas.Causas externas:
– Corporales. Entre ellas coloca a las enfermedades del cerebro, las nerviosas, los envenenamientos, las enfermedades infecciosas, cambios químicos, además de la diabetes, carcinoma, leucemia, clorosis, etc. Son en definitiva, el producto de alteraciones químicas reunidas bajo evidencia causal. – Psíquicas. Resulta singular que las mencione dentro de las causas externas. Actualmente corresponderían a los llamados trastornos de la afectividad. Entre ellas alude por ejemplo a los movimientos del sentimiento. Las relaciona con algo que se modifica o se mueve “en el interior del sujeto” a causa de situaciones que están por fuera de él como ser el encarcelamiento, la guerra, la hipnosis, epidemias y disturbios de la voluntad. Esto significa que para Kraepelin existirían personas normales que no poseen ninguna predisposición a la enfermedad y que debido a una serie de accidentes externos -sea un padecimiento cerebral o nervioso; una guerra; un luto o una catástrofe natural, es decir, una serie de hechos que divide entre psíquicos y físicos- podrían padecer una enfermedad mental. Dicho de otro modo, en esta agrupación causal piensa a la patología como el resultado de una experiencia dramática.Causas internas:
Las causas internas o predisponentes son nociones que se hallan ligadas a la cultura y la sociedad de un determinado momento histórico. Corresponden a las desviaciones del patrón de comportamiento que se supone funcional, socialmente compartido y aceptado. Algunas resultan muy interesantes como por ejemplo los procederes generales de la vida respecto al Estado y al país de pertenencia. La idea es que existen conductas en relación a la Patria o la familia que se presumen pertenecientes a una persona normal. Comparablemente Gall, inventor de la frenología, trató de identificar las anormalidades de las funciones psíquicas en relación a los rasgos físicos estudiados en algunos sujetos. “Frenología” significa estudio de la mente a través de lo visual, medible, externo y objetivable del cráneo y de los rasgos somáticos. Esta temática se encontrará más tarde en Lombroso.Las manifestaciones de las locuras
El segundo gran capítulo describe la forma en que las enfermedades comienzan a manifestarse. Entre las principales se encuentran los Wahrnehmungsvorganges. Nhemen significa tomar, Wahrheit verdad, War lo verdadero, lo que está por fuera de nosotros. Entonces se trata de los trastornos del aprendizaje de lo verdadero. Actualmente serían llamados “de la senso-percepción”, aunque es necesaria una distinción fundamental: la alteración de la percepción no es lo mismo que el trastorno del aprendizaje de lo verdadero en el cual se plantea el problema de relacionarse con lo que realmente existe en el mundo. Es decir, si estiro una mano para tomar un bolígrafo, espero que el bolígrafo esté allí. Esta “percepción de la verdad” puede desorganizarse en algunos sujetos. De consecuencia, lo que Kraepelin interroga son los disturbios que padece la conciencia, su percepción y construcción, para describir luego toda una serie. Los segundos trastornos descritos son los Verstandesthatigkeit, es decir, la posibilidad de entender las cosas del mundo. Nuevamente la cuestión terminológica es importante. La palabra que usa Kraepelin es Verstandes, que proviene del verbo verstehen y significa entender, comprender. Más tarde, desde principios hasta mediados del Novecento, Jaspers, sucedido por Heidegger en la cátedra de filosofía de Heidelberg, escribe un libro de Psicopatología General donde se interesa en la diferenciación de dos conceptos: Verstehen y Erklaren. Verstehen es entender, Erklaren es explicar. Así pues, si alguien me dice que ve a la Virgen y lo relaciono con una alteración en el circuito dopaminérgico del área cerebral límbica, explico por qué dicha persona tiene una visión, pero no es una comprensión del porqué. No lo entiendo pero lo explico. Su experiencia emotiva, afectiva, relacional y psíquica sigue siendo radicalmente extraña para mí, aunque pueda explicarlo. Entonces, “una explicación no es una comprensión”. En esencia, cuando Kraepelin usa la palabra Verstandesthatigkeit, lo hace para indicar un trastorno en la capacidad de comprensión del mundo describiendo el momento en el cual un sujeto psicótico comienza a tener problemas para comprender las cosas. Es el umbral de la enfermedad. Para ilustrarlo, el libro de Bleuler cuenta con un ejemplo acorde a lo individuado por Kraepelin:Aún recuerdo el episodio de una paciente mía, una joven catatónica muy grave. Cierto día me senté con ella por largo tiempo en el jardín de la comunidad donde estaba trabajando sin decir una palabra e hice lo que para mí era un gesto casual: me rasqué la cabeza, crucé una pierna y encendí un cigarrillo. Gestos de la vida cotidiana realizados en modo inconsciente. Dichos gestos marcaban una diferencia radical con respecto a su inmovilidad y creí que podría resultar ofensivo para ella. Me parecía difícil moverme normalmente ante una persona tan bloqueada, una estatua de carne. Entonces yo mismo compartí dicha inmovilidad. Me sentía muy impresionado y en cierto modo, al límite de una experiencia psicótica. Cuando por alguna razón, consideré que ese encuentro había llegado a su fin, dije algo así como: ʽEstá bien, nos vemos mañanaʼ. Me costó levantarme del banco. En ese lapso de tiempo, el gesto era extraño a mi corporalidad. Me pareció haber roto una especie de catatonia inducida. Es decir, creí haber provocado algo aunque lo pongo en duda porque usualmente tendemos a ubicar los eventos en una relación causal. En todo caso la correspondencia auténtica con la causa es otro asunto. Al día siguiente la joven vino a mí y me dijo: ʽSabe doctor, tengo que decirle una cosaʼ; y esto ya era sorprendente porque no había hablado durante mucho tiempo. ʽDetuve el mundo para poder entender lo que estaba pasando. Me sentí como si alguien fuera al teatro y viera una comedia en la que los actores se mueven demasiado rápido para entender. Lo detuve todo, quise leer el texto para descubrir qué guiones están moviendo a las personas porque de lo contrario, no comprendo nada del mundoʼ. Luego volvió a su silencio imposible de romper. Entonces ¿qué quiero decir? Este es un episodio en el que otra persona me ha hecho reflexionar sobre la importancia del entendimiento, de nuestra comprensión del mundo. ¿Con qué frecuencia vemos a nuestros pacientes producir síntomas aparentemente triviales de los que probablemente se nos escape su significado? (Bleuler, 1985) [1]
El mundo en pedazos
Una de las preguntas fundamentales que ocupó a los estudiosos de la enfermedad mental está relacionada a los procesos psíquicos que se activan en una persona que ha sufrido el desmantelamiento de su propio mundo. Se observó que al igual que en la llamada normalidad, los sujetos intentan explicarse aquello que no entienden y buscan enlaces entre las piezas fragmentadas de discurso en una suerte de ensayos de reparación extemporáneos, a fin de reconstruir un sentido a través del uso de formas delirantes que generalmente no son creídas ni por ellos mismos. Desde cierto punto de vista el delirio puede ser considerado un texto cicatricial. Significa que cuando se resquebraja el código social compartido por el cual nos explicamos y entendemos las cosas, el sujeto psicótico realiza una nueva lectura del mundo, pero el significado le pertenece solo a él. Por ejemplo, el rojo del semáforo indica, según un código social consensuado, algo preciso. Concierne al sentido común. Pero si algo sucede en la persona y el rojo del semáforo pasa a ser solo un círculo rojo que cambia de color sin que ella entienda el por qué, construirá una nueva explicación: “Tal vez el rojo signifique que debo parar, que no puedo hacer lo que estoy haciendo, es decir… ir a encontrar a mi novia… no puedo ir allí porque ese rojo dice que no”, o “el rojo me dice que es hora de ver rojo, de enojarme, de dar rienda suelta a mis ganas de destruir”. Son fragmentos de percepción y el tentativo de unirlos con un nuevo sentido. Es lo que Kraepelin describe como trastorno de la comprensión. Desde este punto de vista, el delirio es una formación secundaria. Las perturbaciones de la comprensión son: del pensamiento, juicio, velocidad y curso de la representación. Por ejemplo en la fuga de ideas -que para Kraepelin es un trastorno de “la velocidad del pensamiento”- el sujeto no es capaz de seguir el hilo de un discurso, o sea, no ha terminado de decir una cosa que comienza a decir otra, aunque las ideas tomadas cada una por separado sean aceptables. En realidad nuestros pensamientos están hechos con fragmentos de diferentes líneas discursivas, pero en cierto modo existen algunas logran volverse silenciosas en el desarrollo del discurso explícito. Una lógica discursiva. Cuando hablamos no elegimos las palabras pensándolas antes de pronunciarlas. Lo usual es descubrir lo dicho après-coup según un mecanismo del cual se ignora básicamente todo. Esto significa que el ser humano en su discurso habitualmente es capaz de ejecutar una especie de selección de ideas, además de aceptar la frustración de no poder decir cada cosa que le viene en mente. El discurso nos expone a tener que expresar con palabras los conceptos lenta y tranquilamente. De consecuencia, entre nuestro mundo interior y lo expresado existe una tensión siempre irresoluble y a veces, difícil de sostener. Algunos sujetos no logran soportar dicha tensión lo cual se manifiesta fenoménicamente, siguiendo a Kraepelin, según dos modalidades:- Las ideas se hacen palabra sin mediación alguna. Estas no pueden ser postergadas: algo se forma y empuja para ser dicho, luego otra cosa aparece en la conciencia e igualmente no puede ser retenida. Es una carrera imposible donde las palabras van unas detrás de otras componiendo el cuadro que recibe el nombre de “fuga de ideas”. Se trata de una de las modalidades que ilustra el hecho de que en las psicosis, el inconsciente está a cielo abierto.
- El silencio. Hay pacientes que parece tuviesen algún tipo de impedimento para hablar. El sujeto nos mira, abre la boca y no logra decir nada. Es decir, no es capaz de articular ese cúmulo hecho de percepción, sentimiento, sensaciones y palabras, por no querer perder su objeto interno. Por ejemplo, desde el punto de vista fenomenológico los pacientes catatónicos están en la contemplación de ese magma y no toleran su fragmentación, es decir, no hablan a causa de no lograr reproducirlo en su totalidad.
Decurso y duración de las locuras: la demencia precoz
Finalmente el tercer gran capítulo es el decurso, resultado y duración de las locuras. Aquí se introduce la cuestión principal por la que Kraepelin es reconocido: el diagnóstico y la definición de lo que hoy llamamos esquizofrenia, la anteriormente conocida como Dementia praecox. Esta nosografía alberga una dificultad en su significación, pues en ella se incluye la prognosis. Obviamente se intuye lo difícil que es trabajar con este concepto operativo ya que el peso del diagnóstico es enorme. Prognosis significa: “saber lo que está adelante”; diagnóstico: “saber a través de”. Es decir, en este caso, sé de la enfermedad a través de la prognosis. Es necesario recordar que cuando Kraepelin encuadra un diagnóstico realiza una operación muy clara. Entonces ¿por qué escoge el término “demencia precoz”? Con esta calificación se compara a la demencia precoz con la demencia senil por envejecimiento. Por consiguiente, si aparecen en una persona determinados signos como ser el delirio, esa persona se volverá demente, es decir, que el resultado de esa enfermedad será la demencia, pero en el aquí y ahora se halla en un estadio anterior o precoz respecto a las demás evidencias clínicas en las que reconozco dicha enfermedad. En resumen, registro la existencia de ciertas manifestaciones que me permiten identificar la enfermedad y su decurso. Respecto a la demencia precoz vale la pena recordar sus síntomas positivos, que son: el delirio, la alucinación y la angustia masiva. Los negativos en cambio se caracterizan por un menos respecto al funcionamiento normal: apatía relacional, abulia y todos aquellos síntomas que comiencen con la letra “a” que indica un privativo, el signo de una ausencia.B- La conceptualización fenoménico-descriptiva
Por un lado, Kraepelin da inicio a la línea clínico-nosográfica que define la patología mental a partir de sus causas, desarrollo y resultado, mientras que la lectura de Bleuler, director del hospital psiquiátrico Burghölzli de Zurich, mira a otro tipo de aproximación del padecimiento psíquico. El texto de referencia es la edición italiana del Tratado de Psiquiatría (Bleuler, 1985) que fue revisado y reelaborado por su hijo. Por tal motivo las categorías resultan algo desplazadas debido a reflexiones psicodinámicas y fenomenológicas, ausentes en el texto original. Sin embargo la estructura descriptiva se mantiene. La configuración de Bleuler aspira a describir el funcionamiento psíquico general del individuo válido para todos, es decir, presenta a las funciones en su normalidad como ser el pensamiento, la memoria, la orientación y la afectividad, para luego detallar la valencia patológica. La primera parte del libro se articula en torno a la noción de consciente e inconsciente. Luego cita las funciones individuales llamadas centrípetas que van desde la periferia al centro distinguiendo entre ellas la sensación, la percepción y la comprensión. Posteriormente trata las funciones centrífugas orientadas desde el centro a la periferia. Esta última es una noción muy cercana a la de instinto, es decir, aquello que parte del individuo y se dirige hacia lo que está por fuera de él. Por ejemplo el plato de spaghetti en el instinto alimentario, un sujeto respecto al instinto sexual y así sucesivamente. Bleuler considera que:La agrupación de la multiplicidad de manifestaciones psicopatológicas en unidades morbosas claramente distintas es inalcanzable. Un factor patógeno puede causar numerosos marcos fenomenológicos y una imagen fenomenológica puede ser causada por diferentes factores patógenos”. (Bleuler, 1985)[2]En otras palabras, introduce un concepto de extremo interés: el delirio puede manifestarse en una estructura de tipo histérico pero también en otra de tipo psicótico. Según Bleuler, Kraepelin se concentra en el desarrollo de un sistema de unidades morbosas porque razona como un médico. Por ello considera a la enfermedad como unidad en cuanto tal. En cambio para Bleuler existen síntomas individuales que se agrupan en modo diferente según el caso. Por otra parte cada función puede resultar alterada y de acuerdo a la disposición de dichas alteraciones, se describen los cuadros sindrómicos. En consecuencia, existen conjuntos de síntomas transitorios que se agrupan de modo aleatorio, manteniendo su génesis a nivel de la producción sintomática. Si se toma por ejemplo la memoria, Bleuler la describe inicialmente en modo general para luego nombrar cada una de sus posibles alteraciones: amnesia anterógrada o retrógrada, dismnesia, hipermnesia. Resumiendo, se detallan las características generales de la función y luego sus diferentes formas patológicas.
Los tiempos del DSM
En la actualidad, la psiquiatría moderna toma como referencia el Manual Estadístico de Diagnóstico (DSM) producido por la Asociación Americana de Psiquiatría (APA). En consecuencia, cuando un psiquiatra recibe a una persona con síntomas psíquicos, lo usual es marcar en una hoja cada una de las alteraciones relativas a las distintas funciones tales como amnesia, distracción patológica, alucinaciones auditivas y demás. Esta serie de ítems se unen y componen un síndrome. Es decir, la yuxtaposición de ciertos signos sugerirá tal o cual aspecto sindrómico. Esta forma de conformar un diagnóstico introduce una serie de cuestiones. Particularmente en la esquizofrenia se han descripto síntomas fundamentales y accesorios; primarios y secundarios. Entonces, para realizar un juicio diagnóstico, ¿qué se necesita? ¿Un síntoma primario y otro accesorio? ¿O cuatro accesorios y medio fundamental, o cuatro de tipo primario y cuatro de tipo secundario? Esta modalidad plantea criterios formales que por su dificultad de aplicación, son constantemente desatendidos por el profesional. Sin embargo cumple claramente la función de establecer un límite, un freno y una homologación al propio discernimiento. En todo caso, el DSM proporciona una homogeneización a la multiplicidad de lenguajes presentes en psiquiatría, que es diferente de las intenciones de Bleuler. No obstante se considera al DSM el texto prínceps de la conceptualización fenoménico-descriptiva. Puntualmente en la distinción clásica kantiana, el fenómeno es aquello que difiere del nóumeno. Lo fenoménico es del ámbito de la percepción, de lo que se ve y se articula con otra entidad supuesta que está en una posición de sostén pero también de invisibilidad y por lo tanto, de suposición necesaria: el nóumeno. Análogamente, la categorización fenoménico-descriptiva no aspira a ir más allá del fenómeno, de lo que aparece y es propio de la superficie. En otras palabras, renuncia a la cuestión del nóumeno, a la sustancia detrás de la apariencia que le hace de espía y de pantalla y se limita a describir lo que ve y percibe. Por otra parte, el nombre del Manual contiene en sí mismo una contradicción. Si el término diagnóstico quiere decir “saber a través de”, el camino hacia su obtención es anti-diagnóstico ya que se establece según una modalidad que obstaculiza dicha posibilidad, pues en el DSM se describen grupos sindrómicos reconocidos por la confluencia de cierto tipo de síntomas. Ya en la introducción, uno se encuentra con otra cuestión a tener en cuenta, presente en el nombre del volumen: Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. Esto implica una distinción entre las perturbaciones mentales y los disturbios físicos, lo que constituye un anacronismo reductivo con respecto al dualismo mente-cuerpo. De hecho, una amplia literatura documenta la presencia de lo físico en los desórdenes mentales y de lo mental en los disturbios físicos. Como ya hemos visto en Kraepelin hubo una disyunción entre lo psicológico y lo corporal. Para ilustrar lo imposible de la posición, si alguien me da una bofetada, es muy probable que me altere. Esta constelación psíquica no es un color del alma, es decir, no existe un psiquismo puro sino que se reconozcan además determinaciones biológicas precisas: en el ejemplo se produce un aumento de sustancias a nivel hemático e intersináptico, las catecolaminas se modifican, etc. De todos modos ninguno diría que la persona que recibió la bofetada se puso nerviosa porque ciertas sustancias se elevaron a nivel de la sinapsis. Cada uno de nosotros pensará que se enojó porque fue golpeada. Estamos en un estado de comprensión. Si decimos que la ira corresponde a una modificación hormonal compleja y a neurotransmisores que conforman la base biológica, estamos en un nivel de explicación. Sabemos que cualquier actividad biológica cerebral implica una modificación de la actividad psíquica. De este modo se toca el tema de la causa a distintos niveles. Pero ¿cuántas veces hemos escuchado que en algunos casos clínicos se indica realizar una psicoterapia y en otros no? ¿Cómo entender un diagnóstico donde ciertos síndromes son susceptibles de tratamiento psicoterapéutico y otros no? Estas son formas de proceder aun poco formalizadas y explicitadas. Finalmente, la cuestión del diagnóstico plantea no pocos interrogantes. Por ejemplo, existe otro tipo de formalización en donde la frustración, la privación y la castración significan algo. En ella la hipótesis diagnóstica hace presente la cuestión del objeto. Asimismo todo ser humano es tomado en la continuidad de su pensamiento consciente. Cuando hablamos y nos movemos, lo hacemos en modo tal que una palabra se vincula a la siguiente y nuestra gestualidad es coherente con lo que decimos. Dicho de otro modo, hay un silencio de lo que Freud ha dado en llamar “las formaciones del inconsciente”. Normalmente nuestra idea de salud mental tiene que ver con el silencio del inconsciente. No ocurre así cuando se presentan lapsus, actos fallidos, alucinaciones, ideas delirantes, hipocondríacas y demás. Al hablar de psicosis, perversión, neurosis o fobia, se hace referencia a la formación o manifestación del inconsciente que, en ese momento, está en acto. Entonces el inconsciente es en acto o no es. Si está en acto, produce algo. Esto significa que debo diferenciar cuándo una parte del discurso de un paciente es ocasionada por pensamientos que están en el lienzo de la conciencia y cuándo algo más aparece y tiene valor de acting-out, pasaje al acto o de alguna de las formaciones antes citadas. Por esta razón estamos obligados a responder de manera diferente ante a la producción psicótica y a la producción neurótica. A partir de Lacan, el trabajo con las psicosis es posible.- Autor: Lic. Rosana Alvarez Mullner
- Bleuler E. (1967), Tratado de Psiquiatría, España, Calpe ed. primera edición.
- Bleuler E. (1985), Dementia Praecox o il grupo delle schizofrenie, Roma, Italia, La nuova Italia Scientifica.
- Freud S. (1993), Tres ensayos para una teoría sexual, Tomo VII (1905) Amorrortu ed., Buenos Aires, Argentina.
- Freud S. (1991), Sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente, Schreber, Volumen 12 (1911-13), Argentina, Amorrortu ed.
- Jaspers K. (1993), Psicopatología General (1913), México, Fondo de Cultura Económica.
- Kraepelin E. (1996), La demencia precoz, Parafrenias, 2° parte, Argentina, Polemos S.A.
- Lacan J. (1992), Las Psicosis, Seminario, libro 3 (1955-56), Argentina, Paidós.
- Schreber, D.P. (1999), Memorias de un enfermo nervioso, Buenos Aires, Argentina, Perfil libros.
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